Se hace necesaria esta reflexión. La consideramos sensata, útil. Fomenta creer en (ser) lo que se hace, tan urgente en una profesión como la docencia. Colabora en la creación de la identidad del docente. Contrapone modas y tendencias metodológicas, impulsos descentrados y frustraciones venideras. ¿En qué se basa?
En construir para aprender.
Se puede considerar este artículo como la continuación de otro presente en este blog (ver Innovación educativa: Ser y Estar), donde se expuso la relevancia que la figura del docente posee frente a las actuales corrientes metodológicas. Asimismo, es preciso remarcar que desde Urdimbre Social participamos de esas que se titulan «metodologías activas», ejerciéndolas desde la consideración que en este texto se postula: para la construcción de un contexto cultural de aprendizaje. ¿A qué se vincula?
Todo cole (opción de término preferible al de instituto o colegio, que puede resultar más cercano), docente y alumnado tienen su cultura insertada, esto es, tienen significados compartidos y saben en qué consiste lo que allí pasa y lo que va a pasar, entienden de una forma específica para qué sirven las calificaciones, los deberes y las tutorías, la finalidad de que a un alumnx lo sientan en la primera fila y a otrx lo sientan en la última, así como otros elementos similares. Lo entienden, y más allá de eso, lo comprenden. ¿Y… entonces?
Para esta construcción que se propone en el título es clave tomar conciencia de esa cultura, observarla, reflexionarla, formar parte y hacerla nuestra para, desde ese punto, dar paso al proceso de transformación. A ello se suman la propuesta, la participación, la implicación, el contraste de miradas y la paciencia: ese proceso se genera, evoluciona y toma mil formas dado el momento de cada cultura. Ahora bien, si adopta diversas maneras, ¿qué hay en común?
La figura docente con «equipamiento emocional» cobra relevancia. Cree en (Es) lo que hace. El sentido de las acciones y prácticas de aula vienen desde sentirse y sentirlxs. La escucha activa, empatía, comunicación, acompañamiento y similares que han sido ofrecidos provocan que desde la tradicional clase magistral hasta la investigación más innovadora tengan aceptable acogida: respuestas múltiples, variadas, de amplios recursos y dirigidas hacia la trasformación para otra forma de aprender, para la construcción de una cultura de aprendizaje.
Las personas con altas capacidades no son solo individuos con un potencial cognitivo excepcional. A menudo, detrás de ese potencial intelectual se esconde un mundo emocional y social sumamente complejo que, si no se atiende adecuadamente, puede resultar un desafío para su bienestar. Las altas capacidades, a menudo vistas como una ventaja, traen consigo necesidades socioemocionales que no siempre son evidentes pero que son cruciales para el desarrollo integral de estos adultos. Este artículo explora las necesidades socioemocionales más comunes de los adultos con altas capacidades y cómo estas impactan en su calidad de vida.
La desconexión emocional. La cara oculta de las Altas Capacidades
A menudo, la percepción pública de las personas con altas capacidades se limita a su potencial intelectual, y muy pocos se detienen a considerar sus complejidades emocionales. Si bien la rapidez mental y la capacidad para resolver problemas complejos son aspectos sobresalientes de este perfil, la realidad emocional de estos individuos puede ser profundamente solitaria. La desconexión social es una de las principales necesidades emocionales no reconocidas que enfrentan los adultos con altas capacidades.
Debido a su capacidad para pensar de manera más rápida y profunda que los demás, estos individuos suelen encontrar dificultades para conectarse con personas de su entorno. Las interacciones sociales que parecen naturales para otros pueden resultar superficiales o incluso vacías para ellos, lo que genera una sensación de alienación. Esta desconexión emocional no solo se debe a la falta de afinidad intelectual, sino también a la necesidad de vínculos genuinos y significativos que a menudo no encuentran en su entorno.
La sobrecarga emocional. Una sensibilidad desbordante
La intensa vida emocional de los adultos con altas capacidades es otra de sus características más destacadas. Estos individuos tienden a experimentar una mayor sensibilidad emocional que la media, lo que puede llevarlos a percibir las emociones propias y ajenas con una claridad abrumadora. Si bien esta empatía es un don, también puede convertirse en una carga emocional cuando no se gestiona adecuadamente.
La sobrecarga emocional se presenta de diversas formas: desde una fuerte conexión con las emociones de los demás, hasta una profunda introspección que los lleva a cuestionar constantemente su entorno y sus relaciones. Este exceso de sensibilidad puede hacer que los adultos con altas capacidades se vean atrapados en un ciclo de sobreanálisis o rumiado emocional, lo que les dificulta alcanzar una paz mental duradera.
La necesidad de autocomprensión en el bienestar emocional
El autoconocimiento es una necesidad fundamental para los adultos con altas capacidades. Al no estar suficientemente comprendidos por su entorno, pueden experimentar dudas existenciales o una sensación de desconcierto. El hecho de que muchas veces no se ajusten a las normas sociales o a las expectativas de los demás puede generar sentimientos de inadecuación o frustración.
Para poder gestionar sus necesidades socioemocionales de manera efectiva, los adultos con altas capacidades necesitan desarrollar un profundo sentido de autocomprensión. Esto implica reconocer y aceptar su forma única de percibir el mundo y sus emociones. Sin este autoconocimiento, pueden enfrentar dificultades para manejar las expectativas sociales o profesionales, y esto puede llevarlos a sentirse incompletos o mal entendidos. El primer paso hacia el bienestar es, por tanto, aprender a aceptarse a sí mismos tal como son, con sus complejidades cognitivas y emocionales.
La necesidad de espacios de apoyo. Conectar con otros.
Uno de los aspectos más importantes del bienestar socioemocional de los adultos con altas capacidades es la creación de redes de apoyo. La conexión con personas que compartan intereses similares o que comprendan la intensidad de sus emociones es fundamental para que estos individuos se sientan validados. Los espacios de apoyo, donde puedan expresar sus pensamientos y emociones sin juicio, juegan un papel crucial en su estabilidad emocional.
Estas redes no solo deben ser intelectualmente estimulantes, sino también emocionalmente nutritivas. Al crear comunidades en las que los adultos con altas capacidades puedan compartir sus experiencias, es posible reducir los sentimientos de soledad y aumentar el sentido de pertenencia. Estos espacios de apoyo pueden ser informales, como grupos de discusión sobre temas profundos, o formales, como talleres de desarrollo personal enfocados en la inteligencia emocional y el manejo de las emociones.
La necesidad de equilibrio. Gestionar lo cognitivo y lo emocional
Una de las mayores dificultades que enfrentan los adultos con altas capacidades es el manejo equilibrado de sus capacidades cognitivas y emocionales. Si bien su intelecto sobresaliente es una ventaja en muchos aspectos, la falta de atención a sus necesidades emocionales puede generar un desajuste que afecta su bienestar. La constante interacción entre lo cognitivo y lo socioemocional puede resultar en conflictos internos que, si no se resuelven adecuadamente, pueden desencadenar problemas como el estrés crónico o la ansiedad.
Los adultos con altas capacidades deben aprender a gestionar tanto su potencial intelectual como sus emociones. La autorregulación emocional, la empatía y la conexión genuina con los demás son habilidades esenciales para alcanzar un equilibrio saludable. Para ello, es necesario un enfoque que valore y apoye tanto su mente como sus emociones, proporcionándoles herramientas para afrontar las tensiones entre ambos aspectos.
Las necesidades socioemocionales de los adultos con altas capacidades son tan cruciales como sus habilidades cognitivas. A menudo invisibilizadas, estas necesidades incluyen la desconexión social, la sobrecarga emocional, la necesidad de autocomprensión, el apoyo emocional y la gestión equilibrada de lo cognitivo y lo emocional. Al reconocer y abordar estos desafíos, podemos ofrecerles las herramientas necesarias para vivir una vida plena y satisfactoria. El bienestar integral de los adultos con altas capacidades solo puede alcanzarse si se les permite ser quienes son en todos sus aspectos, tanto intelectuales como emocionales, creando un espacio donde puedan desarrollarse plenamente como individuos completos.
El ser humano es, por naturaleza, un ser social, y la conexión con los demás constituye la base de nuestro bienestar emocional. En el caso de las personas con Altas Capacidades, esta necesidad de conexión adquiere una relevancia aún mayor. Aunque su potencial intelectual sea destacado, lo que realmente les permite desarrollarse de manera plena y equilibrada es sentirse reconocidos, comprendidos y aceptados, tanto en el ámbito familiar como en su círculo de amistades. Estas relaciones son fundamentales, no solo para su crecimiento personal, sino también para garantizar su estabilidad emocional.
El (re)conocimiento como pilar del Bienestar.
El reconocimiento en el entorno familiar y social es uno de los pilares más importantes para los adultos con Altas Capacidades. Ser valorados por quienes los rodean fortalece su sentido de identidad y autoestima. Sin embargo, este reconocimiento no debe limitarse a su capacidad intelectual; es igualmente crucial que se sientan comprendidos en el plano emocional. A menudo, estas personas enfrentan el desafío de ser percibidas únicamente a través de su inteligencia, lo que puede generar una desconexión emocional con los demás.
El verdadero reconocimiento va más allá de la admiración por sus logros; implica validar su perspectiva única del mundo, sus emociones y sus necesidades. Cuando un adulto con Altas Capacidades no se siente aceptado y valorado en su totalidad, puede experimentar una sensación de incomodidad y de no encajar, afectando de manera negativa su bienestar emocional y personal.
La comprensión.
El segundo elemento fundamental es la comprensión. Las personas con Altas Capacidades suelen percibir el mundo de manera única, con una agudeza que les permite captar detalles que otros podrían pasar por alto. Esta forma particular de procesar la información puede generar dificultades en la comunicación, especialmente con quienes no comparten su nivel de reflexión o sensibilidad.
La comprensión, tanto en el ámbito familiar como en el círculo de amistades, se convierte en una herramienta indispensable para fomentar la conexión. Cuando un adulto con Altas Capacidades se siente comprendido, puede abrirse sin temor a ser juzgado o malinterpretado. La empatía desempeña un papel clave para que estas personas se sientan aceptadas tal como son, sin la necesidad de reprimir sus pensamientos o emociones más profundos. Las relaciones basadas en la comprensión promueven una conexión auténtica, que no se limita únicamente a lo intelectual, sino que también abarca y valora el plano emocional.
La pertenencia.
El sentido de pertenencia es un pilar esencial en la vida de los adultos con Altas Capacidades. Sentirse parte de un grupo y ser aceptados sin reservas actúa como un factor protector frente a la soledad y la incomprensión. No obstante, su forma única de pensar y percibir el mundo puede llevarlos a experimentar aislamiento en entornos familiares, sociales o incluso profesionales. Este aislamiento, en muchos casos, se traduce en una profunda sensación de desconexión, acompañada de desafíos emocionales y una disminución de la autoestima.
La pertenencia no se limita a estar rodeado de personas, sino a estar en compañía de quienes aceptan y comprenden de manera genuina. En este contexto, la familia y los amigos desempeñan un papel crucial. La aceptación incondicional dentro de estos círculos refuerza la idea de que, más allá de las diferencias, existe un espacio seguro donde pueden ser ellos mismos sin temor al juicio. Este apoyo emocional resulta esencial para que los adultos con Altas Capacidades enfrenten los retos sociales y emocionales que puedan surgir, facilitando su bienestar y desarrollo integral.
La familia.
La familia es el primer entorno donde se configuran las dinámicas de reconocimiento, comprensión y pertenencia. Aunque las relaciones familiares pueden ser una fuente invaluable de apoyo, también pueden convertirse en un foco de tensión cuando no se comprenden ni reconocen las necesidades particulares de un adulto con Altas Capacidades. Con frecuencia, esta falta de comprensión puede derivar en expectativas poco realistas o en la sensación de no encajar dentro de los parámetros familiares tradicionales.
Por ello, la clave en el ámbito familiar radica en establecer un espacio de diálogo abierto, donde tanto los adultos con Altas Capacidades como sus familiares puedan expresar sus inquietudes y expectativas sin temor al juicio. La empatía y el esfuerzo por entender la perspectiva del otro son herramientas esenciales para fortalecer estos vínculos, fomentando un ambiente de aceptación, respeto y apoyo mutuo. Este enfoque permite construir relaciones familiares más sólidas y enriquecedoras, que contribuyen significativamente al bienestar emocional de todos sus integrantes.
La amistad.
El círculo de amigos, al igual que la familia, desempeña un papel crucial en el bienestar socioemocional de los adultos con Altas Capacidades. Con frecuencia, estas personas perciben que sus intereses y formas de pensar difieren de los de la mayoría, lo que puede dificultar la creación de relaciones de amistad auténticas. No obstante, cuando logran integrarse en grupos donde se sienten aceptados por lo que son, estas amistades ofrecen un refugio emocional vital para su salud mental.
La amistad, cuando se basa en el respeto mutuo y la comprensión, permite a los adultos con Altas Capacidades expresarse libremente, sin temor al rechazo. En estos espacios, no solo pueden compartir sus intereses intelectuales, sino también sus preocupaciones emocionales, lo que fortalece su sentido de pertenencia. Estas relaciones genuinas son fundamentales para que se sientan conectados, comprendidos y apoyados, contribuyendo significativamente a su bienestar integral.
El bienestar de los adultos con altas capacidades está intrínsecamente ligado a la forma en que son reconocidos, comprendidos y aceptados en su entorno cercano. Ya sea en la familia o en el círculo de amigos, la conexión genuina, basada en el reconocimiento de su ser completo, es esencial para que puedan desarrollarse de manera emocionalmente saludable. El sentimiento de pertenencia, tanto en el ámbito familiar como en el social, no solo les otorga un espacio seguro, sino que también les proporciona las herramientas necesarias para afrontar las dificultades que puedan surgir en su vida cotidiana. Al reconocer la importancia de estos tres elementos, podemos contribuir a crear un entorno más inclusivo, empático y respetuoso, donde las personas con altas capacidades puedan alcanzar su máximo potencial, no solo en términos intelectuales, sino también en su bienestar emocional y social.
Las personas con altas capacidades son mucho más que un potencial de capacidades cognitivas singulares. Las Altas Capacidades representan una diversidad dentro de la diversidad que implica al tiempo una realidad emocional y socialmente compleja, cuyo manejo es clave para su bienestar. Este entrada en el Blog de Urdimbre Social pretende explorar las conexiones entre las dimensiones cognitivas y socioemocionales en los adultos con altas capacidades, y cómo estas interacciones influyen profundamente en su vida cotidiana.
Lo Cognitivo. Un reflejo de su potencial
Es habitual asociar las Altas Capacidades con la rapidez en el aprendizaje, el pensamiento crítico y la habilidad para resolver problemas complejos, así como con la capacidad de absorber información de forma eficiente, conectar ideas creativamente y reconocer patrones lógicos. Sin embargo, este potencial intelectual, que puede o no haberse desarrollado y manifestado, no siempre se percibe como una ventaja. La alta velocidad de procesamiento, el enfoque particular de su pensamiento y el constante deseo de aprender pueden convertirse en fuentes de limitaciones y bloqueos (puedes consultar más sobre este tema en las entradas sobre «Neurociencia de las Altas Capacidades» en esta sección del blog), generando en estos individuos una sensación de desconexión o incluso de incomprensión por parte de quienes los rodean.
A menudo, los adultos con altas capacidades se ven impulsados por una curiosidad insaciable y por el anhelo de explorar áreas de conocimiento que van más allá de lo convencional. Este deseo de crecimiento intelectual continuo, sumado a una fuerte capacidad para pensar de manera divergente, les permite afrontar retos con una perspectiva innovadora y única. Sin embargo, este impulso también puede generar una sensación de aislamiento, ya que encuentran poco común compartir estos intereses tan intensos y variados con otros.
Lo socioemocional. La dimensión esencial y a menudo invisibilizada
Con todo ello, el mundo emocional de las personas con Altas Capacidades es igualmente profundo y complejo. Estas personas experimentan una sensibilidad emocional mucho más intensa que la media, lo cual puede representar un desafío tanto a nivel interpersonal como psicológico. Dicha sensibilidad, frecuentemente considerada una ventaja en términos de empatía, les permite percibir las emociones de los demás con una claridad que, en ocasiones, resulta abrumadora.
Las relaciones interpersonales suelen ser una esfera especialmente complicada para los adultos con Altas Capacidades. Debido a su búsqueda de conexiones profundas y genuinas, las interacciones superficiales o triviales pueden resultar insatisfactorias e incluso desconcertantes. Esta necesidad de profundizar en los vínculos emocionales puede generar sentimientos de desconexión o alienación, especialmente cuando perciben que quienes los rodean no comparten la intensidad con la que ellos experimentan el mundo.
Este aislamiento emocional puede derivar en una sensación persistente de no encajar. Aunque los adultos con Altas Capacidades puedan estar rodeados de personas, a menudo experimentan un vacío emocional que dificulta su bienestar. La percepción de ser diferentes, no solo por sus capacidades cognitivas, sino también por su forma de interactuar emocionalmente, puede dar lugar a problemas como la ansiedad, la depresión o el estrés crónico.
La Relación entre lo cognitivo y lo socioemocional. Un desafío de equilibrio
El mayor desafío para las personas con Altas Capacidades radica en la interacción entre sus habilidades cognitivas y su mundo emocional. A menudo, la rapidez con la que procesan información y la profundidad de su análisis pueden provocar una sobrecarga emocional. Esta situación se intensifica cuando las emociones no se gestionan de manera adecuada, lo que puede dar lugar a un ciclo de pensamientos excesivos o rumiantes. La tendencia a sobreanalizar las situaciones se convierte así en un obstáculo significativo para alcanzar un equilibrio emocional saludable.
Por otro lado, su sensibilidad emocional, aunque valiosa, a menudo es percibida como un impedimento en un mundo que prioriza la racionalidad y la adaptabilidad social. Los adultos con Altas Capacidades pueden encontrar dificultades para adaptarse a las expectativas sociales, las normas de interacción o incluso para “encajar” en entornos que no reconocen ni valoran su complejidad. Este conflicto constante entre su mente y sus emociones puede generar tensiones internas que repercuten negativamente en su bienestar general.
El necesario enfoque integral es un camino hacia el bienestar
Para los adultos con Altas Capacidades, el bienestar no depende únicamente de reconocer sus habilidades cognitivas, sino también de atender sus necesidades emocionales. Es esencial crear espacios donde puedan expresar sus pensamientos y sentimientos sin temor al juicio ni a sentirse fuera de lugar. El apoyo emocional y la construcción de redes basadas en la comprensión mutua son pilares fundamentales para su desarrollo integral.
El camino hacia el bienestar para las personas con Altas Capacidades requiere un enfoque holístico que valore tanto su intelecto como su mundo emocional. Este enfoque debe proporcionar herramientas que permitan gestionar las emociones intensas y la carga cognitiva, promoviendo una mayor autorregulación emocional y una comunicación más empática. Con los recursos adecuados, es posible facilitar que estas personas construyan una vida plena, equilibrada y satisfactoria.
Las altas capacidades en adultos no son solo un reflejo de su potencial intelectual, sino también de su complejidad emocional y social. El equilibrio entre lo cognitivo y lo socioemocional es esencial para comprender su experiencia y apoyar su desarrollo integral. El reconocimiento de sus desafíos emocionales y sociales, junto con un enfoque que valore tanto su intelecto como su sensibilidad, puede marcar la diferencia en su bienestar. Estos adultos necesitan más que solo un entorno que aprecie su inteligencia; necesitan uno que también reconozca y apoye la riqueza de su vida emocional.
El diagnóstico de altas capacidades en adultos sigue siendo una asignatura pendiente en muchas ocasiones. A menudo, este diagnóstico llega demasiado tarde o, en algunos casos, nunca se produce, dejando a estas personas con una sensación de incomodidad emocional, incomprensión y desconexión consigo mismas y con su entorno. El proceso de reconocerse, de entenderse como lo que realmente son, se convierte en un desafío profundo, pero también en una oportunidad de crecimiento personal. Reconocer las altas capacidades no solo implica un diagnóstico, sino una comprensión completa de las implicaciones emocionales y sociales de vivir con ellas.
Motivos de un diagnóstico tardío o la falta de diagnóstico
La principal razón por la que muchos adultos con altas capacidades no son diagnosticados a tiempo radica en la invisibilidad de estas habilidades en su juventud. A menudo, las altas capacidades no se ajustan a la imagen tradicional de la “superdotación”. Las personas con estas características pueden no destacar en los exámenes académicos, o sus talentos pueden estar camuflados por otros rasgos como una notable creatividad, sensibilidad o una capacidad única para pensar de forma no convencional. Estos aspectos no siempre son fácilmente identificables o valorados en los entornos educativos tradicionales. Además, las altas capacidades pueden manifestarse de maneras sutiles, que no se perciben como excepcionales, y, por lo tanto, no son reconocidas como tales.
En muchos casos, el entorno escolar y social no está preparado para identificar y apoyar adecuadamente a estas personas. Los educadores pueden carecer de la formación específica para detectar y fomentar estos talentos, por lo que, en lugar de ser reconocidos como individuos con necesidades específicas, los adultos con altas capacidades pueden ser simplemente vistos como “buenos estudiantes” o, aún más, como personas con un potencial no aprovechado. Es importante señalar que, incluso aquellos que han logrado ciertos éxitos académicos o profesionales, pueden no haber sido conscientes de que su forma de aprender o de pensar era diferente, y por tanto, no recibieron el apoyo adecuado.
Otro factor determinante en el diagnóstico tardío es la tendencia de muchas personas con altas capacidades a ocultar su talento. Esta “ocultación del talento” es particularmente frecuente en aquellos que han experimentado experiencias de rechazo o aislamiento en su infancia. El miedo al rechazo y la necesidad de encajar socialmente puede llevar a estas personas a enmascarar sus habilidades, adaptándose a los estereotipos y expectativas sociales, sin mostrar abiertamente su verdadero potencial. Este fenómeno se convierte en un mecanismo de protección ante un mundo que puede percibirlos como “diferentes”.
Consecuencias de un diagnóstico tardío
El impacto emocional de un diagnóstico tardío es profundo. Por un lado, se experimenta una sensación de alivio al entender las razones detrás de las dificultades vividas, pero, por otro, surge una frustración porque se toma conciencia de que, durante años, se ha vivido de una manera que no permitía desplegar todo el potencial. Las emociones contradictorias, entre la liberación por el autoconocimiento y el arrepentimiento por lo no logrado, pueden ser difíciles de gestionar sin un acompañamiento adecuado. Sin el apoyo correcto, este proceso puede generar sentimientos de incomodidad y frustración.
A nivel profesional, la falta de diagnóstico puede llevar a una falta de reconocimiento y a la desmotivación. Los adultos con altas capacidades suelen sentir que no se les desafía lo suficiente, lo que puede afectar su desempeño y satisfacción en el trabajo. Sin oportunidades para desplegar todo su potencial, se sienten atrapados en roles que no les permiten crecer, lo que a su vez incrementa su insatisfacción y su deseo de encontrar un entorno donde puedan ser reconocidos y estimulados adecuadamente.
En lo social y emocional, el diagnóstico tardío puede provocar sentimientos de desconexión. Al no haber sido reconocidos como personas con una percepción y formas de relacionarse con el mundo diferentes, pueden sentirse alienados y, en algunos casos, experimentar dificultades para establecer relaciones interpersonales profundas y satisfactorias. La falta de un diagnóstico temprano puede haberles llevado a internalizar un sentimiento de “diferencia” que es difícil de superar sin el marco adecuado de comprensión y apoyo.
El poder del diagnóstico: hacia el reconocimiento
Es fundamental entender que un diagnóstico de altas capacidades, aunque tardío, puede ser el primer paso hacia la aceptación y el autoconocimiento. No solo ofrece respuestas a las dificultades vividas, sino que abre la puerta a nuevas posibilidades, tanto en el ámbito personal como profesional. La clave está en cómo se asume ese diagnóstico y se trabaja en el desarrollo emocional y social de quienes lo reciben, permitiéndoles reconocer y desplegar todo su potencial.
Un diagnóstico tardío o la falta de diagnóstico en adultos con altas capacidades puede tener un impacto significativo en su bienestar emocional, su integración social y su desarrollo profesional. Reconocerse, comprenderse y desplegarse, lejos de ser un proceso inmediato, es una labor continua que requiere del acompañamiento adecuado, la empatía y el entendimiento profundo de las experiencias vividas.