Como en otros casos, la cuestión es posicionarse: ver y observar, oír y escuchar, mirar y atender, y otros tantos binomios que existen. Éste que se plantea en el título tiene un matiz especial para la persona y para la Vida. En el trabajo, en las relaciones, en «lo que pasa», ¿dónde nos situamos? ¿Qué opción nos ofrece más? La cuestión es posicionarse.
Leyendo recientemente a Víktor Frankl en El hombre en busca de sentido, se hizo presente la importancia de la actitud ante la Vida. Él, aun estando preso en varios campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, consigue desapegarse de su entorno manteniendo una actitud sostenida por conocer el sentido que la Vida tenía para él, lo cual lo hacía sabedor que su internamiento era parte de su proceso y no un resultado, es decir, que hasta el sufrimiento allí experienciado tenía sentido por encontrarse en su camino: una vida que dependa de una casualidad no merece ser vivida.
Llevándonos esto al terreno que decidamos, la necesidad de los resultados es obvia, claro está, ya que son los que nos van a mostrar significados al respecto de nuestra labor; sin embargo, se hace preciso alcanzar más allá del ser «resultadista», esto es, tener la mirada fija en la consecución final, ya que será la observación y el análisis continuo del proceso lo que nos va a mostrar el reflejo de cómo estamos desarrollando y encauzando el objetivo a lograr. Dicho de otra forma: es necesario tomar conciencia plena del proceso (inicio, desarrollo, diferentes fases, procedimientos…) para afianzar el resultado. ¿Y en la Escuela?
Conocer significa irse haciendo consciente de cuánto desconocemos, y que antes ignorábamos desconocer.
La actitud… ¿qué es? ¿En qué consiste? ¿Cómo me afecta/ocupa/preocupa? ¿Qué significados puede tener? ¿Cómo se puede intervenir en ello y para qué? ¿Actitud buena-mala es sinónimo de saber-no saber estar? ¿Qué hay dentro de ese saber-no saber estar (miedo, motivación, respeto, tolerancia, interés, inquietud, aprendizaje…)? ¿A qué responde? ¿Qué efectos tiene lo actitudinal en lo académico/ en el aprendizaje/ en la persona?
Cuando reflexionamos y/o actuamos exclusivamente sobre la acción, basada en lo actitudinal, en nuestro alumnado, estamos perdiendo mucha información que nos podría facilitar el conocimiento de la persona: necesitamos el diálogo y la comunicación. Son estas piezas clave la guía para saber de dónde nace ese acto, es decir, a qué nivel de profundidad al respecto del iceberg neurológico de Robert Dilts (ver foto superior) se origina. Con ello, las preguntas que hagamos y las respuestas recibidas son el eje articulatorio de este planteamiento; y por otra parte, considerar que, a mayor nivel de profundidad, mayor complejidad, así como mayor posibilidad de trasformación en y para la persona. Llegamos a lo esencial: las emociones.
Apuntar asimismo que, previo a este proceso, hemos de autoanalizarnos para llegar a concienciarnos sobre qué es lo que consideramos que está bien/mal y, sobre todo, qué es lo que lo motiva: ¿es objetivación mía/cultural/ lo que se espera de mí? ¿Está motivado por mi necesidad de control de las situaciones?
Se pueden resolver dos enfoques de las situaciones derivadas de la actitud de nuestro alumnado: Lo que es / Lo que debería ser. El principio común que tienen ambas es que son un tipo de respuesta (o quizás reacción…qué lío!), sin más, ni buena ni mala; sin embargo, podemos estar limitando el aprendizaje que de ello se da: ¿cuál suele ser nuestra primera respuesta (o reacción, claro)? ¿En cuál de estas dos opciones nos situamos cuando experimentamos una actitud que nos molesta o desagrada? Si nos situamos en Lo que debería ser, nuestra respuesta probablemente se esté fijando en una situación no real, no existente o a la que no se ha llegado todavía («no tiene que comportarse así porque…» y añadimos los argumentos que veamos convenientes); sin embargo, posicionándonos desde Lo que es nuestra mirada se ajusta a la realidad, al aquí y ahora desde donde nuestro pensamiento, ejercitado y reflexionado desde el iceberg neurológico de Dilts, ofrecerá una versión tendente a la resolución positiva, al aprendizaje, al diálogo y comunicación con el alumnado.
Tal y como Robert Dilts nos invita (El poder de la palabra), hemos de explorar la intención oculta tras un comportamiento para separar «comportamiento» de «persona».
Se hace necesaria esta reflexión. La consideramos sensata, útil. Fomenta creer en (ser) lo que se hace, tan urgente en una profesión como la docencia. Colabora en la creación de la identidad del docente. Contrapone modas y tendencias metodológicas, impulsos descentrados y frustraciones venideras. ¿En qué se basa?
En construir para aprender.
Se puede considerar este artículo como la continuación de otro presente en este blog (ver Innovación educativa: Ser y Estar), donde se expuso la relevancia que la figura del docente posee frente a las actuales corrientes metodológicas. Asimismo, es preciso remarcar que desde Urdimbre Social participamos de esas que se titulan «metodologías activas», ejerciéndolas desde la consideración que en este texto se postula: para la construcción de un contexto cultural de aprendizaje. ¿A qué se vincula?
Todo cole (opción de término preferible al de instituto o colegio, que puede resultar más cercano), docente y alumnado tienen su cultura insertada, esto es, tienen significados compartidos y saben en qué consiste lo que allí pasa y lo que va a pasar, entienden de una forma específica para qué sirven las calificaciones, los deberes y las tutorías, la finalidad de que a un alumnx lo sientan en la primera fila y a otrx lo sientan en la última, así como otros elementos similares. Lo entienden, y más allá de eso, lo comprenden. ¿Y… entonces?
Para esta construcción que se propone en el título es clave tomar conciencia de esa cultura, observarla, reflexionarla, formar parte y hacerla nuestra para, desde ese punto, dar paso al proceso de transformación. A ello se suman la propuesta, la participación, la implicación, el contraste de miradas y la paciencia: ese proceso se genera, evoluciona y toma mil formas dado el momento de cada cultura. Ahora bien, si adopta diversas maneras, ¿qué hay en común?
La figura docente con «equipamiento emocional» cobra relevancia. Cree en (Es) lo que hace. El sentido de las acciones y prácticas de aula vienen desde sentirse y sentirlxs. La escucha activa, empatía, comunicación, acompañamiento y similares que han sido ofrecidos provocan que desde la tradicional clase magistral hasta la investigación más innovadora tengan aceptable acogida: respuestas múltiples, variadas, de amplios recursos y dirigidas hacia la trasformación para otra forma de aprender, para la construcción de una cultura de aprendizaje.
Las personas con altas capacidades no son solo individuos con un potencial cognitivo excepcional. A menudo, detrás de ese potencial intelectual se esconde un mundo emocional y social sumamente complejo que, si no se atiende adecuadamente, puede resultar un desafío para su bienestar. Las altas capacidades, a menudo vistas como una ventaja, traen consigo necesidades socioemocionales que no siempre son evidentes pero que son cruciales para el desarrollo integral de estos adultos. Este artículo explora las necesidades socioemocionales más comunes de los adultos con altas capacidades y cómo estas impactan en su calidad de vida.
La desconexión emocional. La cara oculta de las Altas Capacidades
A menudo, la percepción pública de las personas con altas capacidades se limita a su potencial intelectual, y muy pocos se detienen a considerar sus complejidades emocionales. Si bien la rapidez mental y la capacidad para resolver problemas complejos son aspectos sobresalientes de este perfil, la realidad emocional de estos individuos puede ser profundamente solitaria. La desconexión social es una de las principales necesidades emocionales no reconocidas que enfrentan los adultos con altas capacidades.
Debido a su capacidad para pensar de manera más rápida y profunda que los demás, estos individuos suelen encontrar dificultades para conectarse con personas de su entorno. Las interacciones sociales que parecen naturales para otros pueden resultar superficiales o incluso vacías para ellos, lo que genera una sensación de alienación. Esta desconexión emocional no solo se debe a la falta de afinidad intelectual, sino también a la necesidad de vínculos genuinos y significativos que a menudo no encuentran en su entorno.
La sobrecarga emocional. Una sensibilidad desbordante
La intensa vida emocional de los adultos con altas capacidades es otra de sus características más destacadas. Estos individuos tienden a experimentar una mayor sensibilidad emocional que la media, lo que puede llevarlos a percibir las emociones propias y ajenas con una claridad abrumadora. Si bien esta empatía es un don, también puede convertirse en una carga emocional cuando no se gestiona adecuadamente.
La sobrecarga emocional se presenta de diversas formas: desde una fuerte conexión con las emociones de los demás, hasta una profunda introspección que los lleva a cuestionar constantemente su entorno y sus relaciones. Este exceso de sensibilidad puede hacer que los adultos con altas capacidades se vean atrapados en un ciclo de sobreanálisis o rumiado emocional, lo que les dificulta alcanzar una paz mental duradera.
La necesidad de autocomprensión en el bienestar emocional
El autoconocimiento es una necesidad fundamental para los adultos con altas capacidades. Al no estar suficientemente comprendidos por su entorno, pueden experimentar dudas existenciales o una sensación de desconcierto. El hecho de que muchas veces no se ajusten a las normas sociales o a las expectativas de los demás puede generar sentimientos de inadecuación o frustración.
Para poder gestionar sus necesidades socioemocionales de manera efectiva, los adultos con altas capacidades necesitan desarrollar un profundo sentido de autocomprensión. Esto implica reconocer y aceptar su forma única de percibir el mundo y sus emociones. Sin este autoconocimiento, pueden enfrentar dificultades para manejar las expectativas sociales o profesionales, y esto puede llevarlos a sentirse incompletos o mal entendidos. El primer paso hacia el bienestar es, por tanto, aprender a aceptarse a sí mismos tal como son, con sus complejidades cognitivas y emocionales.
La necesidad de espacios de apoyo. Conectar con otros.
Uno de los aspectos más importantes del bienestar socioemocional de los adultos con altas capacidades es la creación de redes de apoyo. La conexión con personas que compartan intereses similares o que comprendan la intensidad de sus emociones es fundamental para que estos individuos se sientan validados. Los espacios de apoyo, donde puedan expresar sus pensamientos y emociones sin juicio, juegan un papel crucial en su estabilidad emocional.
Estas redes no solo deben ser intelectualmente estimulantes, sino también emocionalmente nutritivas. Al crear comunidades en las que los adultos con altas capacidades puedan compartir sus experiencias, es posible reducir los sentimientos de soledad y aumentar el sentido de pertenencia. Estos espacios de apoyo pueden ser informales, como grupos de discusión sobre temas profundos, o formales, como talleres de desarrollo personal enfocados en la inteligencia emocional y el manejo de las emociones.
La necesidad de equilibrio. Gestionar lo cognitivo y lo emocional
Una de las mayores dificultades que enfrentan los adultos con altas capacidades es el manejo equilibrado de sus capacidades cognitivas y emocionales. Si bien su intelecto sobresaliente es una ventaja en muchos aspectos, la falta de atención a sus necesidades emocionales puede generar un desajuste que afecta su bienestar. La constante interacción entre lo cognitivo y lo socioemocional puede resultar en conflictos internos que, si no se resuelven adecuadamente, pueden desencadenar problemas como el estrés crónico o la ansiedad.
Los adultos con altas capacidades deben aprender a gestionar tanto su potencial intelectual como sus emociones. La autorregulación emocional, la empatía y la conexión genuina con los demás son habilidades esenciales para alcanzar un equilibrio saludable. Para ello, es necesario un enfoque que valore y apoye tanto su mente como sus emociones, proporcionándoles herramientas para afrontar las tensiones entre ambos aspectos.
Las necesidades socioemocionales de los adultos con altas capacidades son tan cruciales como sus habilidades cognitivas. A menudo invisibilizadas, estas necesidades incluyen la desconexión social, la sobrecarga emocional, la necesidad de autocomprensión, el apoyo emocional y la gestión equilibrada de lo cognitivo y lo emocional. Al reconocer y abordar estos desafíos, podemos ofrecerles las herramientas necesarias para vivir una vida plena y satisfactoria. El bienestar integral de los adultos con altas capacidades solo puede alcanzarse si se les permite ser quienes son en todos sus aspectos, tanto intelectuales como emocionales, creando un espacio donde puedan desarrollarse plenamente como individuos completos.
El ser humano es, por naturaleza, un ser social, y la conexión con los demás constituye la base de nuestro bienestar emocional. En el caso de las personas con Altas Capacidades, esta necesidad de conexión adquiere una relevancia aún mayor. Aunque su potencial intelectual sea destacado, lo que realmente les permite desarrollarse de manera plena y equilibrada es sentirse reconocidos, comprendidos y aceptados, tanto en el ámbito familiar como en su círculo de amistades. Estas relaciones son fundamentales, no solo para su crecimiento personal, sino también para garantizar su estabilidad emocional.
El (re)conocimiento como pilar del Bienestar.
El reconocimiento en el entorno familiar y social es uno de los pilares más importantes para los adultos con Altas Capacidades. Ser valorados por quienes los rodean fortalece su sentido de identidad y autoestima. Sin embargo, este reconocimiento no debe limitarse a su capacidad intelectual; es igualmente crucial que se sientan comprendidos en el plano emocional. A menudo, estas personas enfrentan el desafío de ser percibidas únicamente a través de su inteligencia, lo que puede generar una desconexión emocional con los demás.
El verdadero reconocimiento va más allá de la admiración por sus logros; implica validar su perspectiva única del mundo, sus emociones y sus necesidades. Cuando un adulto con Altas Capacidades no se siente aceptado y valorado en su totalidad, puede experimentar una sensación de incomodidad y de no encajar, afectando de manera negativa su bienestar emocional y personal.
La comprensión.
El segundo elemento fundamental es la comprensión. Las personas con Altas Capacidades suelen percibir el mundo de manera única, con una agudeza que les permite captar detalles que otros podrían pasar por alto. Esta forma particular de procesar la información puede generar dificultades en la comunicación, especialmente con quienes no comparten su nivel de reflexión o sensibilidad.
La comprensión, tanto en el ámbito familiar como en el círculo de amistades, se convierte en una herramienta indispensable para fomentar la conexión. Cuando un adulto con Altas Capacidades se siente comprendido, puede abrirse sin temor a ser juzgado o malinterpretado. La empatía desempeña un papel clave para que estas personas se sientan aceptadas tal como son, sin la necesidad de reprimir sus pensamientos o emociones más profundos. Las relaciones basadas en la comprensión promueven una conexión auténtica, que no se limita únicamente a lo intelectual, sino que también abarca y valora el plano emocional.
La pertenencia.
El sentido de pertenencia es un pilar esencial en la vida de los adultos con Altas Capacidades. Sentirse parte de un grupo y ser aceptados sin reservas actúa como un factor protector frente a la soledad y la incomprensión. No obstante, su forma única de pensar y percibir el mundo puede llevarlos a experimentar aislamiento en entornos familiares, sociales o incluso profesionales. Este aislamiento, en muchos casos, se traduce en una profunda sensación de desconexión, acompañada de desafíos emocionales y una disminución de la autoestima.
La pertenencia no se limita a estar rodeado de personas, sino a estar en compañía de quienes aceptan y comprenden de manera genuina. En este contexto, la familia y los amigos desempeñan un papel crucial. La aceptación incondicional dentro de estos círculos refuerza la idea de que, más allá de las diferencias, existe un espacio seguro donde pueden ser ellos mismos sin temor al juicio. Este apoyo emocional resulta esencial para que los adultos con Altas Capacidades enfrenten los retos sociales y emocionales que puedan surgir, facilitando su bienestar y desarrollo integral.
La familia.
La familia es el primer entorno donde se configuran las dinámicas de reconocimiento, comprensión y pertenencia. Aunque las relaciones familiares pueden ser una fuente invaluable de apoyo, también pueden convertirse en un foco de tensión cuando no se comprenden ni reconocen las necesidades particulares de un adulto con Altas Capacidades. Con frecuencia, esta falta de comprensión puede derivar en expectativas poco realistas o en la sensación de no encajar dentro de los parámetros familiares tradicionales.
Por ello, la clave en el ámbito familiar radica en establecer un espacio de diálogo abierto, donde tanto los adultos con Altas Capacidades como sus familiares puedan expresar sus inquietudes y expectativas sin temor al juicio. La empatía y el esfuerzo por entender la perspectiva del otro son herramientas esenciales para fortalecer estos vínculos, fomentando un ambiente de aceptación, respeto y apoyo mutuo. Este enfoque permite construir relaciones familiares más sólidas y enriquecedoras, que contribuyen significativamente al bienestar emocional de todos sus integrantes.
La amistad.
El círculo de amigos, al igual que la familia, desempeña un papel crucial en el bienestar socioemocional de los adultos con Altas Capacidades. Con frecuencia, estas personas perciben que sus intereses y formas de pensar difieren de los de la mayoría, lo que puede dificultar la creación de relaciones de amistad auténticas. No obstante, cuando logran integrarse en grupos donde se sienten aceptados por lo que son, estas amistades ofrecen un refugio emocional vital para su salud mental.
La amistad, cuando se basa en el respeto mutuo y la comprensión, permite a los adultos con Altas Capacidades expresarse libremente, sin temor al rechazo. En estos espacios, no solo pueden compartir sus intereses intelectuales, sino también sus preocupaciones emocionales, lo que fortalece su sentido de pertenencia. Estas relaciones genuinas son fundamentales para que se sientan conectados, comprendidos y apoyados, contribuyendo significativamente a su bienestar integral.
El bienestar de los adultos con altas capacidades está intrínsecamente ligado a la forma en que son reconocidos, comprendidos y aceptados en su entorno cercano. Ya sea en la familia o en el círculo de amigos, la conexión genuina, basada en el reconocimiento de su ser completo, es esencial para que puedan desarrollarse de manera emocionalmente saludable. El sentimiento de pertenencia, tanto en el ámbito familiar como en el social, no solo les otorga un espacio seguro, sino que también les proporciona las herramientas necesarias para afrontar las dificultades que puedan surgir en su vida cotidiana. Al reconocer la importancia de estos tres elementos, podemos contribuir a crear un entorno más inclusivo, empático y respetuoso, donde las personas con altas capacidades puedan alcanzar su máximo potencial, no solo en términos intelectuales, sino también en su bienestar emocional y social.