Bienestar emocional, calidad de vida e inactividad laboral

La situación de desempleo genera en la persona un cambio a nivel social y personal. Es por esto que se considera necesario abordar este impacto psicosocial desde el proyecto E+ SÍSIFO. Las consecuencias psicológicas hacen referencia a aquellas conductas desadaptativas que pueden afectar el bienestar de la persona y su interacción con el medio. 

Autoconfianza. La autoconfianza es comprendida como las autoevaluaciones que hacen las personas sobre sí mismas y sobre lo que creen son capaces de hacer, siendo determinada o influenciada por experiencias pasadas. 

Las situaciones de inactividad laboral propicia sentimientos de inseguridad, culpa, fracaso e inutilidad que impactan directamente en su autoestima y la percepción que tiene sobre sí mismo (Buendía, 2010). 

Estrés. Neidhardt et al. (1989) definen el estrés como: “Un elevado nivel crónico de agitación mental y tensión corporal, superior al que la capacidad de la persona puede aguantar y que le produce angustia, enfermedades, o una mayor capacidad para superar esas situaciones”. 

Por tanto, el estrés incluye un patrón de reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y comportamentales a distintas situaciones adversas a las que debe hacer frente el individuo a lo largo de su vida, caracterizadas por altos niveles de excitación y una frecuente respuesta de frustración al no lograr afrontarlos a causa del agotamiento que puede presentar el organismo para generar respuestas adaptativas.

Consecuencias patológicas. Estas consecuencias hacen referencia a las enfermedades o trastornos que son causados por algún detonante y que afectan a la persona disminuyendo su calidad de vida. 

Depresión. Para la Organización Mundial de la Salud (2019) la depresión es entendida como una situación que causa sentimiento de tristeza y pérdida de interés o placer en actividades que anteriormente se disfrutaban. Ha sido el trastorno que se ha presentado con mayor frecuencia en las personas desempleadas generando disminución de la motivación en la persona e inseguridades con respecto a sus capacidades para encontrar un futuro trabajo, afectando de esta manera su estabilidad emocional (Sánchez, 2017). 

Ansiedad. El DSM-5 describe a la ansiedad como aquella anticipación que hace la persona con respecto a un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de síntomas somáticos como inquietud y tensión. 

Si bien, es importante comprender que la ansiedad es desencadenada por situaciones concretas, el estrés generalmente es provocado por cambios en la rutina (Carrillo, 2008).  Después de conocer los conceptos de estrés y ansiedad, se debe tener en cuenta que el desempleo es uno de los factores que desencadena mayor riesgo en cuanto al padecimiento de estrés y/o ansiedad, debido a la incertidumbre que genera el desconocimiento de lo que ocurrirá en el futuro y de no saber durante cuánto tiempo permanecerán desempleados (Rojo et al, 2014). 

Consecuencias sociales. Estas consecuencias afectan directamente el área social de la persona producto de alguna situación o circunstancia que esté experimentando, que para este caso sería el desempleo (Muñoz y Vanegas, 2013). 

Aislamiento social. Se define como la ausencia de interacción y contacto con otras personas que perjudica su integridad física y mental (Campo y Martínez, 2015). En este aspecto, se destaca el distanciamiento que puede llegar a tener la persona desempleada de sus redes sociales o de apoyo reduciendo sus interacciones sociales, en muchas ocasiones motivado por sentimientos de vergüenza debido a la carencia de recursos económicos (Kieselbach, 2004). 

Conductas violentas. La Organización Mundial de la Salud (2002) define la violencia como el uso intencional de la fuerza física en contra de sí mismo o de otras personas o grupos que tiene como consecuencia posibles daños psicológicos, lesiones físicas, abandono, alteraciones del desarrollo e inclusive la muerte. Por su parte, la violencia intrafamiliar (no necesariamente violencia estructural en virtud al género) hace referencia a aquellos actos violentos que son generadas por personas del núcleo familiar y dirigidas particularmente a los miembros más vulnerables como lo son los niños, mujeres y adultos mayores. 

La violencia ha sido uno de los factores más relevantes que se incluyen en el impacto psicosocial por causa del desempleo, se habla de aumento de violencia delictiva en personas con un nivel bajo de grado socioeconómico y escasas oportunidades laborales (Aparicio et al, 2016). 

De igual manera, estudios realizados por Barrientos et al (2013) han evidenciado que el desempleo puede llegar a desencadenar episodios de violencia en el hogar debido a la falta de ingresos económicos e incapacidad para solventar los gastos diarios. 

Consecuencias fisiológicas que afectan en gran medida la parte cognitiva y comportamental de las personas, llegando a producir distintas patologías en caso de que no sean abordadas a tiempo (Ávila, 2014). 

Somatización. El DSM-5 (2014) define la somatización como «un patrón crónico de conducta de enfermedad, con un estilo de vida caracterizado por numerosas consultas médicas y dificultades sociales secundarias». Cabe resaltar que estos síntomas corporales no tienen alguna causa orgánica que haya sido documentada y que cuando la situación de desempleo se extiende durante largos períodos de tiempo, se pueden presentar algunos síntomas como cefaleas, pérdida del apetito, mareos, problemas gastrointestinales, entre otros. 

Atención y asistencia médica. Según estudios realizados por Chávez (2014), el desempleo puede llegar a provocar en la persona la presencia de sintomatología somática haciendo más frecuente su asistencia en servicios médicos debido a que se aumenta la probabilidad de padecer alguna enfermedad gastrointestinal, cardiovascular, diabetes, entre otras por causa del sedentarismo o enfermedades asociadas al estrés.

Suicidio. Distintos estudios realizados por Aparicio et al (2016) han afirmado cierta relación significativa entre el suicidio y el desempleo, manifestando que el desempleo lleva a la persona a un estado de estrés, ansiedad y falta de confianza generado por su inestabilidad laboral y dificultad para satisfacer sus necesidades básicas por falta de dinero que puede terminar muchas veces en el suicidio.