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Como en otros casos, la cuestión es posicionarse: ver y observar, oír y escuchar, mirar y atender, y otros tantos binomios que existen. Éste que se plantea en el título tiene un matiz especial para la persona y para la Vida. En el trabajo, en las relaciones, en «lo que pasa», ¿dónde nos situamos? ¿Qué opción nos ofrece más? La cuestión es posicionarse.

Leyendo recientemente a Víktor Frankl en El hombre en busca de sentido, se hizo presente la importancia de la actitud ante la Vida. Él, aun estando preso en varios campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, consigue desapegarse de su entorno manteniendo una actitud sostenida por conocer el sentido que la Vida tenía para él, lo cual lo hacía sabedor que su internamiento era parte de su proceso y no un resultado, es decir, que hasta el sufrimiento allí experienciado tenía sentido por encontrarse en su camino: una vida que dependa de una casualidad no merece ser vivida.

Llevándonos esto al terreno que decidamos, la necesidad de los resultados es obvia, claro está, ya que son los que nos van a mostrar significados al respecto de nuestra labor; sin embargo, se hace preciso alcanzar más allá del ser «resultadista», esto es, tener la mirada fija en la consecución final, ya que será la observación y el análisis continuo del proceso lo que nos va a mostrar el reflejo de cómo estamos desarrollando y encauzando el objetivo a lograr. Dicho de otra forma: es necesario tomar conciencia plena del proceso (inicio, desarrollo, diferentes fases, procedimientos…) para afianzar el resultado. ¿Y en la Escuela?

Conocer significa irse haciendo consciente de cuánto desconocemos, y que antes ignorábamos desconocer.

Josep Quetglas