«La técnica del poder propia del neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre. Ineficiente es el poder disciplinario que con gran esfuerzo encorseta a los hombres de forma violenta con preceptos y prohibiciones. Radicalmente más eficiente es la técnica de poder que cuida de que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación. Quiere activar, motivar, optimizar y no obstaculizar o someter. Su particular eficiencia se debe a que no actúa a través de la prohibición y la sustracción sino de complacer y colmar. En lugar de hacer a los hombres sumisos, intenta hacerlos dependientes. El poder inteligente, amable, no opera de frente contra la voluntad de los sujetos sometidos, sino que dirige esa voluntad a su favor. Es más afirmativo que negador, más seductor que represor. Se esfuerza en generar emociones positivas y explotarlas. Seduce en lugar de prohibir. No se enfrenta al sujeto, le da facilidades. El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones. (Byung-Chul Han, 2014, pp. 28-29)».

«El poder inteligente se ajusta a la psique en lugar de disciplinarla y someterla a coacciones y prohibiciones»; así termina esta cita inicial de Byung-Chul Han. De esta forma se ilustra como las construcciones sociales se interioriza en la psicología de las personas.

La exclusión del mercado laboral se percibe como una amenaza existencial, que puede llevar a la marginación y el aislamiento social. Por lo tanto, el trabajo se presenta como una obligación moral y social, que debe ser cumplida para mantener la cohesión y el orden dentro de la comunidad y contribuir a la riqueza y el crecimiento económico de la sociedad.

Anticipamos en este punto que la propia definición de bienestar emocional de la OMS incluye la contribución de los individuos a la sociedad.

De la identidad social a la identidad individual

La sociedad asigna rasgos y categorías a las personas, generando expectativas que influyen en la forma en que las personas se perciben a sí mismas y son percibidas por los demás. Así pues, podemos distinguir entre identidad social esperada e identidad social verificada, donde las categorías genéricas y las acciones individuales contribuyen a construir una imagen única de cada persona. Esta interacción influye en la autopercepción y las relaciones sociales

La identidad personal es también una construcción social que emerge en la interacción social.

Con todo ello la identidad social define al autoconcepto. Tenemos tantas identidades sociales como grupos a los que sentimos que pertenecemos. Al formar una parte tan amplia de nuestro autoconcepto, de forma inevitable, los grupos determinan nuestra autoestima.

El mero hecho de identificarse con un grupo y considerarse distinto a otro da lugar a un trato diferenciado ya que afecta al proceso cognitivo de la percepción y a la componente cognitiva de la emoción, aumentando la magnitud de las similitudes con aquellos del mismo grupo y las diferencias con aquellos que no forman parte de nuestro grupo de pertenencia. Este efecto perceptivo es conocido en psicología social como el efecto de la doble acentuación.

Como hemos señalado antes, la identidad social y autoestima se encuentran estrechamente relacionadas. Parte de nuestra autoestima depende de la valoración de los grupos de pertenencia. Si el grupo de pertenencia nos gusta, nos gustamos. Nos identificamos con los logros del grupo o alguno de sus individuos y esto se ve reflejado en el estado de ánimo y la autoestima. 

El autoconcepto y la autoestima son elementos fundamentales en la vida personal y social de cada individuo, ya que influyen en los éxitos y fracasos, la satisfacción personal, el bienestar psicológico y las relaciones sociales. Tener un autoconcepto y una autoestima positivos es de vital importancia para el desarrollo personal, profesional y social. El autoconcepto proporciona un sentido claro de identidad y sirve como marco de referencia para interpretar la realidad externa y las propias experiencias. Además, influye en el rendimiento en diversas áreas, condiciona las expectativas y la motivación, y contribuye al mantenimiento de la salud mental y el equilibrio psicológico. En resumen, una percepción positiva de uno mismo es crucial para el bienestar general y la calidad de vida de las personas.